03 Febrero, Viernes

Primera lectura

Hb 13,1-8 ​Jesucristo es el mismo ayer y hoy y siempre Lectura de la carta a los Hebreos. HERMANOS: Conserven el amor fraterno y no olviden la hospitalidad: por ella algunos, sin saberlo, ​´´​hospedaron​´´​ a ángeles​.​ Acuérdense de los presos como si estuvieran presos con ellos​;​ de los que son maltratados como si estuvieran en su carne.​​ Que todos respeten el matrimonio; el lecho nupcial, que nadie lo mancille, porque a los impuros y adúlteros Dios los juzgará. Vivan sin ansia de dinero, contentándose con lo que tengan, pues él mismo dijo: «Nunca te dejaré ni te abandonaré»; así tendremos valor para decir: «El Señor es mi auxilio: nada temo ¿qué podrá hacerme el hombre?». Acuérdense de sus guías, que les anunciaron la palabra de Dios; fíjense en el desenlace de su vida e imiten su fe. Jesucristo es el mismo ayer y hoy y siempre Palabra de Dios.

Salmo

Sal 27(26),1.3.5.8b-9abc (R. 1a)R. ​El Señor es mi luz y mi salvación. V. El Señor es mi luz y mi salvación, ¿a quién temeré? El Señor es la defensa de mi vida, ¿quién me hará temblar?​ ​R.V. Si un ejército acampa contra mi, mi corazón no tiembla; si me declaran la guerra, me siento tranquilo. ​ ​R.V. El me protegerá en su tienda el día del peligro; me esconderá en lo escondido de su morada, me alzará sobre la roca. ​ ​R.V. Tu rostro buscaré, Señor. No me escondas tu rostro. No rechaces con ira a tu siervo, que tú eres mi auxilio;​ ​ no me deseches.​ ​R.

Aclamación

R. ​Aleluya, aleluya, aleluya. V.​ Bienaventurados los que escuchan la palabra de Dios con un corazón noble y generoso, la guardan y dan fruto con perseverancia. R.

Evangelio

Mc 6,14-29 Es ​Juan​, a quien yo decapité que ha resucitada Lectura del santo Evangelio según san Marcos ​En aquel tiempo, como la fama de Jesús se había extendido, el rey Herodes oyó hablar de él. Unos decían: «Juan el Bautista ha resucitado de entre los muertos y por​ ​eso las fuerzas milagrosas actúan en él»,. Otros decían: ​​«Es Elías»​.​​ Otros: ​​«Es un profeta como los antiguos»​.​​ Herodes, al oírlo, decía: ​​«Es Juan, a quien yo decapité, que ha resucitado»,. Es que Herodes había mandado prender a Juan y lo había metido en la cárcel encadenado.​ El motivo era que Herodes se había casado con Herodías ​​mujer de su hermano Filipo, y Juan le decía que no le era lícito tener a la mujer de su hermano. Herodías aborrecía a Juan y quería matarlo, pero no podía, ​porque Herodes respetaba a Juan, sabiendo que era un hombre justo y santo, y lo defendía. Al escucharlo quedaba muy perplejo, aunque lo oía con gusto. La ocasión llegó cuando Herodes, por su cumpleaños, dio un banquete a sus magnates, a sus oficiales y a la gente principal de Galilea. La hija de Herodías entró y danzó, gustando mucho a Herodes y a los convidados. El rey le dijo a la joven: «Pídeme lo que quieras, que te lo daré»​.​ ​Y le juró: «​Te d​ar​é​ lo que me pidas, aunque sea la mitad de mi reino»​.​ Ella salió a preguntarle a su madre: «¿Qué le pido?». La madre le contestó: «La cabeza de Juan el Bautista»​.​ Entró ella enseguida, a toda prisa, se acercó al rey y le pidió: «Quiero que ahora mismo me des en una bandeja la cabeza de Juan el Bautista» El rey se puso muy triste; pero por el juramento y los convidados no quiso desairarla. Enseguida le mandó a uno de su guardia que trajese la cabeza de Juan. Fue, lo decapitó en la cárcel, trajo la cabeza en una bandeja y se la entregó a la joven; la joven se la entregó a su madre. Al enterarse sus discípulos fueron a recoger el cadáver y lo pusieron en un sepulcro. Palabra del Señor.
 

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