Corpus Christi 19 de Junio

La Fiesta del Cuerpo y de la Sangre de Jesús Resucitado entregados por nuestra salvación, y su intención de quedarse hecho pan hasta su Segunda Venida Gloriosa, en la Parusía o Juicio Final.
¿Dónde contemplamos esta presencia de Jesús hecho pan?
Principalmente en los Sagrarios, donde se “reserva” la eucaristía para ir a adorarla en soledad, silencio y contemplación.

¿Cómo se produce esta conversión del pan y del vino en el Cuerpo y la Sangre de Jesús?

Por la Sucesión Apostólica, nuestros Obispos tienen el poder servicial de consagrar el pan y el vino, y Jesús actuando en ellos transforma esas especies en su Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad en su estado actual, es decir, Resucitado, dador de Vida en Abundancia y de Poder en el Espíritu.
A esta transformación se la llama “transubstanciación” (CEC 1375-1376): Cambia la substancia del pan, que no es ya más pan, sino el Cuerpo Resucitado de Jesús, y lo mismo con el vino.
Permanecen lo que filosóficamente se llaman los “accidentes”: el color del pan, su gusto, su aroma, su rugosidad al tacto, su sonido cuando lo partimos. Pero no su substancia, que es ya el Cuerpo del Señor.
En esta tarea, colaboran con ellos los presbíteros, ya que los Pastores no podrían atender a todos, como en los primeros tiempos del cristianismo, en el que el rebaño era muy pequeño, hasta la conversión del Imperio Romano a principios del siglo IV.

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