Lecturas 06 De Noviembre


PRIMERA LECTURA 
Amar es cumplir la ley entera.

De la Carta de san Pablo a los Romanos 13, 8-10

Hermanos: A nadie le deban nada, más que amor; porque el que ama a su prójimo tiene cumplido el resto de la ley. De hecho, el “no cometerás adulterio, no matarás, no robarás, no envidiarás”, y los demás mandamientos que haya, se resumen en esta frase: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo”. Uno que ama a su prójimo no le hace daño; por eso amar es cumplir la ley entera.

Palabra de Dios.

SALMO RESPONSORIAL
Del salmo 111

R/. Dichoso el que se apiada y presta.

• Dichoso quien teme al Señor y ama
de corazón sus mandatos. Su linaje
será poderoso en la tierra, la descendencia
del justo será bendita. R/.
• En las tinieblas brilla como una luz
el que es justo, clemente y compasivo.
Dichoso el que se apiada y
presta, y administra rectamente sus
asuntos. R/.
• Reparte limosna a los pobres; su caridad
es constante, sin falta, y alzará
la frente con dignidad. R/.

EVANGELIO
El que no renuncia a todos sus bienes no puede ser discípulo mío.

Del Evangelio según san Lucas 14, 25-33

En aquel tiempo, mucha gente acompañaba a Jesús; Él se volvió y les dijo: “Si alguno se viene conmigo y no pospone a su padre y a su madre, y a su mujer y a sus hijos, y a sus hermanos y a sus hermanas, e incluso a sí mismo, no puede ser discípulo mío. Quien no lleve su cruz detrás de mí, no puede ser discípulo mío. Así, ¿quién de ustedes, si quiere construir una torre, no se sienta primero a calcular los gastos, a ver si tiene para terminarla? No sea que, si echa los cimientos y no puede acabarla, se pongan a burlarse de él los que miran, diciendo: ‘Este hombre empezó a construir y no ha sido capaz de acabar’. ¿O qué rey, si va a dar la batalla a otro rey, no se sienta primero a deliberar si con diez mil hombres podrá salir al paso del que le ataca con veinte mil? Y si no, cuando el otro está todavía lejos, envía legados para pedir condiciones de paz. Lo mismo ustedes: el que no renuncia a todos sus bienes no puede ser discípulo mío”.

 Palabra del Señor.

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